Aquí, nos habla de su vida en el mar. Para ella, navegar significa "encontrar la paz interior, una especie de equilibrio". También significa: buscar una conexión especial, incluso íntima con el entorno marino.
Año tras año, decidió dirigir su vida hacia la navegación, hacia la libertad. Una vida dictada por su deseo de vivir plenamente su pasión, y ver hasta dónde la llevaría eso. Su amor por el mar le fue transmitido por su padre, quien también era originalmente dueño del barco. Nunca pierde la oportunidad de hablar de él, su mentor y verdadero maestro, quien la enseñó a navegar, a amar la naturaleza, y, de forma general (y metafóricamente hablando), cómo trazar su propio curso.
Una vida aventurera en un mar azul caribeño puede sonar como un sueño... Pero Anna pronto te trae de vuelta a la realidad. La vida diaria en un barco no es un picnic; tiene que hacer frente a situaciones estresantes regularmentr, y en tales casos, debe estar yendo de plano si quiere evitar un desastre ... Anticipar lo inesperado, estar siempre en la mirada, y sobre todo tener confianza en sí misma; las cosas van tan rápido en esos momentos críticos, cuando se queda sola con su propia responsabilidad.
Sin embargo, lo que la hace soñar y emocionar y la ayuda a olvidar sus dificultades, es la libertad absoluta que su forma de vida le da. Libertad para navegar de una parte del mundo a otra, libertad para despertar una mañana... y agitar todo. En un barco, dice, uno debe aprender a manejar su vida de manera diferente. Por supuesto, hay muy poco espacio a bordo. Es necesario hacer arreglos. Pero Anna está convencida de una cosa: ¡para tener esa vida, la lucha vale la pena!